Ya son más de 30 años que La Bienaventurada Virgen María se le aparece al Monseñor Jean Marie.

30 años de gracias especiales, de milagros numerosos y variados; 30 años que han sido testigos de miles y miles de peregrinos, que se han acercado de distintas partes del mundo, y que han venido a arrodillarse a los pies de la Inmaculada, en este pequeño Bosque, para presentarle sus súplicas a Ella. Pues han depositado su confianza en las palabras de esta Buena Madre:
"(...) Escucharé las súplicas de mi gente."

Y Ella, la Virgen Fiel, mantuvo su palabra.

¿Cuántos pueden ser testigos de su bondad maternal? ¿Cuántos pueden dar testimonio respecto de los milagros más sorprendentes, de los cuales han sido los afortunados beneficiarios? ¿Y quién no ha derramado lágrimas de emoción durante la Santa Misa de la Aparición?
Cuando el Cielo se inclina sobre la tierra y el Cielo se abre para dejar que la tierra se beneficie con el tesoro más precioso del Cielo: la Admirable y Tan Humilde Virgen María, Reina de los Ángeles y de los hombres, qué gran emoción siente aquél que ha sido escogido ser su confidente, el Monseñor Jean Marie.
Es como un momento de la Eternidad, que envuelve a la tierra durante un tiempo bien específico.

Y las personas humildes simplemente no se equivocan. Reconocen y sienten, dentro de lo más profundo de su ser, que María Inmaculada visita la tierra. Se producen emociones indescriptibles, sentimientos interiores. Para poder comprenderlo, es necesario experimentarlo personalmente, ser parte de este momento especial. Estando allí en persona, al pie de esta Buena Madre, uno puede ser tocado por algo que es muy difícil de alcanzar, uno puede saborear este sitio especial en el mundo, en este humilde refugio de paz.

Se trata, por ejemplo, de la pequeña Elodie, de 6 años de edad, que viene a agradecerle a Nuestra Señora de Frechou por haber sanado a sus piernas. En verdad, sus rodillas se juntaban tanto que casi no podía caminar. Tan pronto cuando ella llegó a la entrada del bendito Bosque, tanto ella como su madre y su abuela se dieron cuenta de que sus piernas estaban bien derechas, ¡y que ya no tenía ninguna anormalidad!










En cuanto a Didier, Bridget y muchos otros, ellos recibieron la gracia de contemplar el Divino Rostro en la Eucaristía durante la Santa Misa de la Aparición de la Virgen.
Una peregrina completamente impedida, la cual no se podía mover mas que en silla de ruedas, de repente recuperó el completo uso de sus piernas un 14 del mes, durante la Santa Misa.
También una joven pareja, los cuales no podían dejar de llorar a causa de la ceguera de su bebé, no pudieron contener su alborozo cuando notaron que su querido hijo había sanado completamente.
Otra peregrina, afectada de cáncer del pecho, después de haber aplicado la Medalla de la Misericordia (la medalla que la Virgen María nos dio en Le Frechou) a la parte enferma de su cuerpo, al visitar luego al médico se le informó que su enfermedad había desaparecido por completo, y al mismo tiempo notó que la medalla había dejado una impresión permanente sobre su carne.

En Níger, África, un hombre con su mano completamente infectada se acercó voluntariamente y con mucha fe a una de las hermanas de nuestra Congregación para que unte su mano con el aceite bendito proveniente de Le Frechou. Al día siguiente regresó triunfante con su mano completamente curada.


Cuántos son los que no se habían acercado a los Sacramentos por más de 25 o aún 30 años que sintieron un profundo deseo de ser escuchados en confesión para poder nuevamente tomar la Comunión y frecuentar la Iglesia nuevamente, para comenzar de nuevo con una vida más digna.
Numerosas personas afectadas por enfermedades graves que vinieron a rezar al Bosque bendito, descubrieron luego con sus doctores que sus enfermedades habían desaparecido totalmente.

Tantos y tantos otros milagros han ocurrido en los últimos 30 años, y cada 14 del mes es nuevamente una fuente de gracias para los peregrinos. Cada uno de ellos regresa a sus hogares con paz en sus corazones, ¡y tan sólo esto ya es un milagro!
Por supuesto, todas las Apariciones, tanto las reconocidas como las no reconocidas, no constituyen un dogma de la fe. Cada individuo es libre de creer o no creer en ellas.

En cuanto a nosotros, estamos profundamente convencidos de las visitas de Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María a este pedazo de tierra en Le Frechou. Y por eso es que, nosotros, los Frailes y Hermanas Servidores de Nuestra Señora, hemos decidido ser Religiosos de esta Congregación, como lo pidió Nuestra Señora a su Confidente.


Y para nosotros, tener la oportunidad de vivir bajo la tutela de semejante Padre y Fundador es verdaderamente nuestra alegría más grande. Sabemos y confirmamos que hemos escogido una gran oportunidad. Si ustedes sienten el Llamado, ahora pueden también experiementar la misma gracia, el mismo júbilo.


Nuestra Congregación ha venido creciendo durante 30 años, y estamos presentes en los Estados Unidos, Mongolia, Francia, Haití, Martinique, Níger, Camerún... y pronto en otros países, siempre tratando de lograr la salvación de las almas, al servicio de los más pobres y los menos privilegiados.
Hermana Marie Virginie + snd