Durante las ceremonias, realizamos
procesiones Eucarísticas cuando el sacerdote porta la custodia
que contiene la Presencia Real, mientras los fieles entonan cánticos
de adoración y caminan delante de la procesión.
A la Alta Misa le sigue la bendición
del Santísimo Sacramento, en la cual el Sacerdote sostiene
la custodia y la bendice mientras los fieles se arrodillan y se prostran
ante la misma. Todos recitan invocaciones de adoración y reparación.
En síntesis, la Sagrada
Eucaristía es la maravilla del amor de Dios por la humanidad.
El Señor derramó en ella todas las riquezas de su Sagrado
y Misericordioso Corazón, y no hay nada más admirable
que la institución de este augusto misterio, donde es su voluntad
residir, hallándose así presente en el mundo hasta el
fin de los tiempos.